miércoles, 14 de marzo de 2012

Mujeres bajo la luna

No creo en las casualidades. Todo ocurre por algún motivo o razón. Quizás sea por esto que ahora me encuentro aquí escribiendo. Llevo unos días intentando encontrar un momento de inspiración. Un minuto de sosiego para ponerme con esta nueva entrada.
Sentada al sol, con vistas a la Alcazaba, creo que no puede haberse dado el momento y marco mejores.
Este fin de semana pasado tenía previsto irme con mi amiga Toñi a un seminario sobre "La importancia del ser" con un grupo de gente encantadora. Pero, las circunstancias me llevaron a vivir un encuentro mágico, que no esperaba. Cuando no esperas, la vida no deja e sorprenderte.
Otra amiga, Elena (una de las personas más especiales con las que me he cruzado en mi vida), decidió realizar una cena homenaje de reconocimiento hacia las mujeres valiosas con las que cuenta en su vida. Y yo fui invitada, ya que según Elena, era una de ellas (lo cual me halagó bastante).
El sitio, precioso, y el clan de mujeres bellas que allí se reunió lo era aun más.
Fue muy emotivo, energético y mágico aquel encuentro. Conocí a un montón de mujeres impresionantes. Madres de familia luchadoras, trabajadoras, pacientes, amorosas, guerreras. Personas especiales con un magnetismo casi hipnótico en la mirada. Otras, cuya creatividad rebosaba por los poros de la piel. Algunas con una sensualidad y sensibilidad de lo más cautivadora. Vocaciones marcadas en las arrugas de la piel que seguían brillando en los ojos con la ilusión del primer día.
Al principio, y conforme iba descubriendo a aquellas mujeres tan especiales, me sentí un poco desubicada. Nunca me he considerado especial. No entendí, que había podido aportar yo a la vida de Elena para que quisiera rendir homenaje a dicha labor. Pero conforme iba avanzando la velada, me di cuenta de lo importante que somos las personas, y que con un simple buen gesto podemos hacer un poquito más llevadera la existencia de cualquiera que nos rodee.
Todos somos piedras preciosas, que al darnos un rayo de sol, brillamos y proyectamos esa luz en los demás. Todo lo que admiramos de otras personas, también se refleja en nosotros.
Todos somos especiales y capaces de hacer y conseguir todo lo que nos propongamos.
Todos podemos hacer felices al mundo, con pequeños gestos. Porque si te amas, das amor; si te honras, honras a los demás; si te respetas, el respeto será tu mayor arma; si te aceptas, aceptarás, y acertarás.
Así que tengamos como propósito diario el querer ser un poco más felices cada día, para así poder ser luz y felicidad para los que conviven en nuestro entorno.

Aprovecho para agradecer a Elena y Natalia el buen rato que echamos (como ves le he dado uso al bolígrafo). Y a Toñi por compartir su sabiduría conmigo. Os quiero.