martes, 14 de agosto de 2012

Vértigo

"...trastorno del sentido del equilibrio que se caracteriza por una sensación de falta de estabilidad. La persona que sufre vértigo siente que los objetos giran a su alrededor o que ella misma experimenta un movimiento rotatorio del cuerpo..."

La vida en sí da vértigo...Recuerdo la sensación de temblor, inestabilidad y movimiento involuntario al bajar por la escalera de caracol de la Sagrada Familia de Barcelona. Todo giraba, yo giraba y era incapaz de controlar mis piernas...Resulta que era vértigo, o "miedo a las alturas".


Cuando creo haber superado el vértigo, resulta que vuelve, pero de forma diferente. Mirar hacia delante me da vértigo. Y, hacia atrás, prefiero no hacerlo, o evitarlo (aunque a veces no lo pueda controlar). Y...¿qué hacer cuándo el presente también te da vértigo?


Es ahí cuando surge el, digamos,..."problema". A veces el vértigo que sentimos lo creamos nosotros mismos. Puede manifestarse de varias maneras, y en diversas situaciones. Hay personas a las que les da vértigo adoptar una mascota, comprar un CD, dejar un cepillo de dientes en un baño ajeno (me viene a la cabeza un capítulo de Sexo en Nueva York), prestar una camiseta, dar un abrazo, recomendar un libro, recibir un regalo, etc...

La sensación que se experimenta es la del suelo temblando bajo los pies, como si se desmoronase, como caminar por un puente colgante. Todos hemos sufrido de vértigo alguna vez, por algún motivo, en algún lugar y momento determinado. 

Muchas veces, este "vértigo" nos desequilibra más de la cuenta. Debemos evitar hacernos presos de él. Esa sensación de cosquilleo e inestabilidad no es mala, si sabemos controlarla. 
Si es cierto que controlar los sentimientos es como "ponerle puertas al campo" (parafraseando a un amigo mio). Pero no dejar que nos dominen es tarea nuestra. 

El vértigo puede venir de la mano del rencor, la envidia, la inseguridad, el miedo,... Todos esos "malos" sentimientos que se cuelan en nuestro día a día. Y que, no podemos evitar sentir, pero sí evitar que nos dominen.


El diálogo directo con gente cercana puede ayudarnos, pero lo que mejor nos puede venir es un monólogo interior, en silencio, y escucharnos a nosotros mismos.

Sólo nosotros conocemos el verdadero por qué de nuestros vértigos. El motivo, la circunstancia que los desencadena, etc.

Sentir vértigo, supongo que no es malo, es una forma que tiene la vida de llamarnos la atención ante diferentes situaciones. Lo que sí tenemos que cuidar, es que no nos domine. El control de nuestra vida ha de ser nuestro. 

Somos seres únicos, no títeres...






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