miércoles, 3 de noviembre de 2010

El poder de los Capuccinos de caramelo

Un martes. No uno cualquiera, sino uno con el que empieza por sorpresa la semana. Uno en el que tienes que quedarte en el colegio hasta las siete. Uno en el que tienes ya que dejar prácticamente hilado todo lo que te toca hacer en Navidad. No suena muy bien, ¿no?

Todo puede cambiar....depende siempre del color del cristal con el que lo mires.
Yo lo veo así: La semana tiene un día menos; Arroz a la Milanesa y Pollo a la Barbacoa con mis compañeros; la cara de satisfacción que se te queda al ver que a tus compañeros les gustan tus ideas navideñas y que se apuntan a ayudarte; un paseo inesperado en descapotable disfrutando del sol de la sobremesa de un invierno frío; Y,....sobre todo...el decubrimiento del placer que encierra el capuccino de caramelo.
Un sitio muy acogedor plagado de luces moradas y lámparas de techo que vienen de Francia, que la semana pasada decidimos convertir en nuestro refugio de la última media hora. Charla agradable, música decente, muy buena compañía, y la agradable sensación que te provoca el sabor dulce del capuccino de caramelo que preparan allí. Adoro los martes. Aunque agotadores, siempre satisfactorios.

Los martes son como los capuccinos de caramelo del bar 11, con un tono oscuro cuando los ves llegar en la bandeja, pero que te acaban sorprendiendo cuando los posan sbre la mesa, al ver que tienen virutas de colores y un sabor intenso, pero muy dulce.

1 comentario:

  1. ey! que lo de los cafés es cosa mía :P
    No sabes como me alegro de que las cosas te vayan tan bien.

    Un beso!

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